El Valle de la Vera es una comarca natural situada en el nordeste de la provincia de Cáceres. Es famosa por ser la cuna del famoso pimentón de la Vera. Está abrigada por la Sierra de Gredos, la cual le confiere una idiosincrasia particular. Dispone de un microclima que le permite disfrutar de temperaturas suaves durante todo el año. En verano, la brisa que baja de las montañas suaviza el calor de la solana. El deshielo de las cumbres da lugar a sinfín de arroyos y gargantas naturales que desembocan, en su mayoría, en el río Tietar. Dejando un rastro de exuberante vegetación.
El valle de la Vera está experimentando en los últimos tiempos un interesante auge de turismo rural. Son muchos los turistas que se desplazan hasta estas tierras para disfrutar de sus bellos parajes naturales y de sus agradables temperaturas. Para pernoctar, María Jesús, propietaria de La Fuente del Boticario, un alojamiento rural ubicado en pleno valle, nos recomienda que reservemos plaza en alguna de las múltiples casas rurales ubicadas en la comarca. De esta forma, podremos estar en contacto con la naturaleza y planificar nuestras escapadas.
Estos son cinco bonitos lugares que podrás visitar en el Valle de la Vera:
El monasterio de Yuste.
Este monasterio de la orden de los Jerónimos fue el elegido por el emperador Carlos V para pasar sus últimos años de vida. Aquejado por la enfermedad de Bota y múltiples dolencias derivadas, el emperador decidió aislarse del mundo en este paraje tranquilo. Para eso ordenó construir un palacio anexo al monasterio, donde se alojaría el monarca, atendido por los monjes. Construyó una larga rapa para acceder hasta él, pues Carlos V solo podía llegar hasta la puerta a lomos de su caballo.
El Monasterio de Yuste es una de las joyas histórico-arquitectónicas del patrimonio nacional. En él se celebran actos protocolarios y cumbres de Estado. De él destacan sus claustros góticos y renacentistas, su iglesia y el palacio, construido con piedra de granito. Llama la atención por su sobriedad y por la grandiosidad de sus construcciones.
Este monasterio, tras su época de gloria, pasó por momentos críticos. Fue ocupado por las tropas francesas durante la guerra de la independencia en 1808. Esto obligó a que los monjes lo abandonaran. Se le expropió a la iglesia durante desamortización de Mendizabal y se vendió a nobles de la época. A partir de ese momento, el monasterio cayó en un progresivo proceso de degradación y abandono.
Es el gobierno de la Segunda República quien se plantea recuperarlo como bien del patrimonio nacional. Se inicia a partir de ese momento un largo periodo zigzagueante de restauración, con temporadas en las que se iniciaban las obras y después se suspendían. Un proceso que ha durado casi 80 años y que ha permitido recuperar el esplendor de esta joya arquitectónica. Hoy el monasterio está abierto al público. Se encuentra a tan solo 2 kilómetros del municipio Cuacos de Yuste, capital administrativa de la comarca.
El parque nacional de Montfragüe.
Aunque no está situado estrictamente en el Valle de la Vera, se encuentra a pocos kilómetros de él. Es el hábitat natural protegido en el que se conservan especies en peligro de extinción como el buitre negro, el águila imperial ibérica, el águila real, el águila perdicera y el alimoche. Fue declarado Reserva Nacional de la Biosfera por la UNESCO en el año 2003.
El parque es un conjunto de montañas, algunas de ellas rocosas, y valles, atravesados por los ríos Tietar y Tajo. Está abierto al público y consta de bellos miradores desde los que atisbar las aves y la fauna autóctona. En la que, además de las especies mencionadas, podemos encontrar buitres leonados, ciervos, jabalís, conejos, gatos monteses y jinetas.
De entre los miradores más conocidos se encuentran el del castillo de Montfrague, en las ruinas de una vieja fortaleza levantada por la orden de Santiago en la Edad Media, sobre la cumbre de una de las montañas más altas del parque. Su ubicación permitía controlar el territorio. En la ermita del castillo se alberga una taya de la virgen traída por los caballeros de la orden desde Palestina, en una de sus participaciones en las cruzadas.
Otros miradores interesantes son el del “Salto del Gitano”, frente a los roquedos, desde el que se puede divisar el vuelo de los buitres y las águilas; el de la Higuerilla, junto a una de las curvas del río Tietar; y el de Tajadilla, junto al embalse del Torreón, donde con suerte podremos ver especies como el Martín Pescador.
Piscinas naturales.
Uno de los atractivos de la comarca es la gran cantidad de piscinas naturales que se han formado por la zona, algunas de ellas muy cerca de los núcleos poblacionales. Se trata de remansos de agua estancada que se han formado de manera natural, y que en algunos casos se han habilitado para ser utilizados para el baño. Creando áreas donde poder tomar el sol y poyetes de piedra u hormigón, desde los que poder zambullirte al agua.
El agua procede de la Sierra de Gredos, es fresca y agradable, y se va renovando progresivamente por medio de arroyos de entrada y salida.
De entre las piscinas más destacadas se encuentran las de Aldeanueva de la Vera, con la llamada piscina vieja, cuya agua procede de la garganta de San Gregorio, y que cuenta con una zona de césped, como si fuera una piscina municipal. A 1 kilómetro del pueblo se encuentra la de la garganta de Guadalminos, una charca natural de aguas frescas y tranquilas.
En Jaraiz de la Vera se encuentra la piscina natural más extensa de la comarca y una de las más conocidas. Se forma a raíz de una curva en la que el agua procedente de la Garganta de Pedro Chate reduce su velocidad y ocupa una mayor cantidad de terreno. La piscina cuenta con un gran descampado de tierra en el que poder tomar el sol y locales de restauración.
Cuentas con piscinas naturales en una gran parte de los pueblos de la zona, como Jarandilla de la Vera, Robledillo, el Madrigal o la Garganta de la Olla.
El museo del pimentón.
No podemos abandonar la comarca sin conocer la historia del Pimentón de la Vera, el producto ilustre que ha dado fama a la zona. Para ello, debemos visitar el Museo del Pimentón, ubicado en el Palacio del Obispo Manzano, en la Plaza Mayor de Jaraiz de la Vera.
Para contarnos la historia del pimentón, el museo se sirve de la figura de la Tía Maina, una leyenda del lugar a la que se le atribuye el origen de este producto. La tía Maína era una mujer de pueblo que se ganaba la vida asando pimientos en un horno de leña y después vendiéndolos por las casas. Un día se le quemaron los pimientos y pensando que había perdido el jornal del día, decidió molerlos y venderlos como un producto nuevo. Aquellos pimientos tenían un sabor amargo y ahumado, lo que dio las señas de identidad al pimentón de la Vera.
El museo consta de tres plantas. En la planta baja se exhiben varios montajes audiovisuales en los que se explica cómo Cristóbal Colón trajo los pimientos desde América o la repercusión del pimentón en la economía de la zona. En la planta superior se analizan las costumbres generadas a raíz de la producción de esta especie y las variedades de pimiento de las que se extrae el pimentón, y en la planta superior se recrea un secadero. Espacio en el que se ahumaban los pimientos sobre una base de brasas, en un proceso artesanal.
Senderismo.
El Valle de la Vera es un lugar indicado para practicar el senderismo y descubrir rincones exuberantes rebosantes de vitalidad. Para ello se suelen utilizar antiguas vías agropecuarias que conectan unos pueblos con otros, discurriendo entre campos de cultivo, bosques, gargantas y arroyos.
Por ejemplo, está señalizada la ruta que siguió Carlos V para llegar al Monasterio de Yuste. Esta ruta tiene un desnivel de 900 metros y una distancia de 25 km, y se puede transitar sin problemas a pie. Arranca de Tomavacas, una localidad perteneciente al vecino Valle del Jerte, pasa por el castillo de los Condes de Oropesa, bordea los pueblos de Jarandilla de la Vera y Cuacos de Yuste y termina a los pies del monasterio.
Otra ruta interesante es a Ruta de los Puentes, una ruta circular que discurre por senderos y pistas de tierra alrededor del pueblo de Jarandilla de la Vera. Con apenas 5 kilómetros de longitud y una duración de 1 hora y media, por ella se atraviesan varios cauces rodeados de robledales.
Para los que incursionan es este deporte es apropiada la Ruta de la Desesperá. Una ruta de 9 kilómetros que tiene su partida y su final en la Plaza Mayor de Arroyomolinos de la Vera. Se trata de una ruta cómoda sin apenas desnivel.
El Valle de la Vera se puede visitar en cualquier parte del año, si bien es muy agradable hacerlo, cuando el calor aprieta.