Las mallas metálicas de cerramiento de terrenos es un elemento habitual en la agricultura. Todas no son iguales, ni se utilizan para todos los cultivos. ¿Cuándo emplearlas y cuál es la más adecuada en cada caso? Intentaremos dar respuesta a estas preguntas.
Vivo a las afueras de Manresa. Nada más salir de mi casa arranca un intricado laberinto de caminos que van separando parcelas de huerta. Si sigues por ellos, sin perderte, llegas hasta Sant Joan de Vilatorrada, un pequeño municipio cercano. Todas las parcelas están valladas con mallas y alambradas. Me dice un vecino, que tiene su huerta a pocos metros del barrio, que las mallas de cerramiento son útiles no solo para separar las parcelas, sino para limitar el efecto de los conejos sobre las hortalizas.
Cada agricultor instala su valla. Es una de las tareas agrícolas. Como abonar, regar o recoger los frutos. Jordi, un agricultor de Solsona, un municipio de Lérida, me comenta que las mallas se compran en rollos en ferreterías de suministro agrícola. Dice que ahora también se pueden comprar por internet. En su opinión, esta opción ahorra tiempo y dinero. Jordi compró hace unos meses un rollo de 50 metros de malla de triple torsión en Spadico, una tienda online de artículos metálicos para uso agrario e industrial. De esta manera, comenta Jordi, no tienes que coger la furgoneta para dirigirte a la ferretería a comprar exprofeso este elemento.
En la industria y en los comercios, los proveedores suelen servir a domicilio las mercancías que se necesitan. Esto no sucede tanto en la agricultura. El agricultor, con frecuencia, tiene que desplazarse a tiendas especializadas para adquirir lo que necesita. Esto le hace perder mañanas de trabajo.
El blog Deco & Lemon señala que las mallas agrícolas son un elemento habitual en la agricultura y jardinería modernas. Existe una gran variedad de mallas y cada una cumple una función. En este artículo nos vamos a centrar en las mallas de cerramiento. Conozcamos un poco más sobre este producto.
De qué están hechas y para qué se utilizan.
Las mallas agrícolas más utilizadas están fabricadas con alambre de acero galvanizado con un diámetro de entre 0,7 y 1,5 mm. Van empalmándose entre sí formando redes de rombos, cuadrados o hexágonos que alcanzan hasta el metro y medio de altura.
Se utiliza este material, principalmente, por su flexibilidad. Con el mismo rollo puedes cercar toda la parcela. Otra de sus propiedades es su resistencia al agua, la humedad y al sol. Algunos agricultores emplean mallas de plástico, como las que se utilizan en la construcción, pero la eficacia de este producto es mucho menor. Los roedores, por ejemplo, las pueden romper con facilidad.
Las vallas metálicas son una excelente opción para delimitar las parcelas y proteger las propiedades. Al cercar un terreno, dejas claro en qué parte del campo se encuentra tu cultivo. Limitando tu actividad agraria a esa superficie y evitando disputas con los vecinos. Esto es bastante útil en zonas de huertas y cultivos intensivos, donde en áreas relativamente pequeñas se concentra varias propiedades distintas.
También son muy utilizadas en ganadería y cría de animales. No en vano, a las mallas de triple torsión se les llama mallas de gallinero. Al instalarlas impides que los animales se desperdiguen por el campo y los tienes controlados en una zona determinada.
Los cerramientos con mallas metálicas son un elemento bastante útil en la protección de los cultivos frente a la acción de roedores silvestres. No podemos decir que sean infalibles, pero el cultivo queda más protegido frente a estos animales si el terreno está vallado que si no lo está.
Tipos de mallas.
Las mallas metálicas no son todas iguales. Podemos decir que existen 4 grandes tipos y cada una de ellas es adecuada para una situación concreta. Son estos:
- Mallas de simple torsión.
Es un enrejado de alambre de acero galvanizado que va entrelazándose entre sí formando rombos. Su función principal es la de delimitar terrenos. La podemos encontrar desde en explotaciones agrícolas hasta en instalaciones deportivas, como piscinas, campos de golf, o pequeños campos de futbol.
- Malla gallinera.
Es el modelo de malla del que hemos hablado anteriormente. Está formada por dos alambres que se unen entre sí con tres torsiones entrelazadas, formando hexágonos. Se le conoce también como malla de triple torsión. Es más fuerte y resistente que la malla de torsión simple. Soporta pesos como plantas enredaderas que se encaraman a ella o la presión de objetos pesados.
No está cerrada con nudos, por lo que resulta segura tanto para humanos como para animales. Por otro lado, su mayor resistencia la hace adecuada para proteger los cultivos de la entrada indeseada de aves y animales silvestres.
- Malla cinegética.
Esta es una malla anudada, en la que trozos de alambre de mayor grosor se van empalmando formando rectángulos o cuadrados. Es menos flexible que los otros tipos de mallas, pero más dura.
Permite el paso de especies de animales pequeñas como roedores y pájaros, evitando el acceso de depredadores y animales de mayor tamaño. Se utiliza para delimitar cotos privados de caza. Al proteger el área de zorros, linces y lobos, otras especies de caza menor aumentan su presencia en la zona delimitada.
También es usada en explotaciones ganaderas extensivas. Delimitando los pastos en los que se alimentan vacas o cerdos ibéricos, y evitando que el ganado se desperdigue por el prado o por la dehesa.
- Malla electro soldada.
Son alambres que se cruzan de forma perpendicular y se unen entre sí con soldadura. Permiten una mayor tensión que las mallas de torsión y son altamente flexibles. Al requerir un mayor trabajo en su fabricación, también son más costosas.
Esta es una malla todoterreno. Lo mismo se utiliza para vallar huertos y jardines, como para delimitar infraestructuras eléctricas e industriales. Con ellas se pueden construir pequeñas jaulas para la contención de animales.
El mantenimiento de una valla metálica.
Aunque las vallas metálicas son bastante resistentes, esto no exime al agricultor de efectuar un cierto mantenimiento.
Es conveniente revisar el vallado periódicamente para evitar la aparición de problemas que puedan ir agravándose con el tiempo. Si bien, el acero galvanizado es un tipo de acero recubierto de zinc, que le aporta una mayor resistencia, la corrosión sigue siendo el principal problema de mallas metálicas.
En este sentido, es conveniente efectuar una limpieza regular para evitar que sobre la valla se acumule tierra y polvo que puede acelerar el proceso de corrosión. Para ello es adecuado utilizar agua tibia y frotar los alambres con un estropajo allá donde más suciedad se acumule. En este proceso evitaremos utilizar productos químicos agresivos, enjuagaremos la valla después de limpiarla y dejaremos que se seque al aire libre.
Para proteger la valla es conveniente aplicarle una mano de protector, como puede ser el minio, que retrasará la formación de óxido y la corrosión en general. Si tenemos la vaya pintada, en el momento en el que veamos que la pintura se va desprendiendo, deberemos lijar la zona y volver a aplicar otra capa de pintura.
Otra tarea importante es reparar las roturas o desperfectos que se vayan produciendo en el vallado. Cuando vemos que nuestra valla se ha roto, deberemos retirar la parte afectada y reemplazarla por una porción de malla de características similares, empalmándola a la valla original con alambres o bridas.
El mantenimiento de las mallas de cerramiento no es un problema estético. Son una serie de tareas que debemos hacer para que la instalación nos dure el mayor tiempo posible.
Frenar el efecto de los roedores sobre los cultivos.
Una de las razones principales por las que se vallan muchos cultivos es para evitar la acción de los roedores. No estamos hablando de un tema menor. El periódico El Confidencial señala que la actividad de los conejos genera cada año pérdidas de entorno a 800 millones de euros en la agricultura de nuestro país.
El sindicato agrario C.O.A.G. afirma que algunas comunidades autónomas sufren una auténtica plaga de estos animales. Nos referimos a regiones como Castilla – La Mancha, Aragón, La Rioja y Murcia, y en menor medida Castilla y León, Navarra, Madrid, Cataluña, la Comunidad Valenciana y Andalucía.
Las poblaciones de conejos silvestres arrasan todo tipo de cultivos: viñedos, cereales, frutales, leguminosas, huertas. Un auténtico quebradero de cabeza para muchos agricultores que ven que parte de su trabajo se echa a perder por la acción de estas especies.
El aumento de la población de conejos en nuestro país se debe a varias razones. Una de ellas es la disminución de la práctica de la caza. Un deporte que siempre ha contado con un gran arraigo en el mundo rural y que en la actualidad cuenta con un fuerte desprestigio social. Esto ha permitido que los roedores se reproduzcan a sus anchas. Por otro lado, la aparición de especies mixtas generadas a raíz del cruce del conejo doméstico y el conejo silvestre hace que aparezcan camadas más numerosas y voraces.
Para limitar la acción de estos roedores sobre los terrenos de cultivo, los cerramientos metálicos son una buena solución.